Cuando la pluma supera al pincel


Con el presente relato gané el concurso de creatividad Ars Amandi, organizado por el Instituto de Diseño Toulouse Lautrec en junio del año 2013. El tema era representar, mediante una obra creativa de cualquier género, lo que la tecnología nos había dado pero que a la vez nos había quitado. A continuación comparto con ustedes el relato.

ON/OFF  EPISTOLAR

Hace veinticinco años…

La humeante taza empezó a inundar la pequeña cocina con el aroma dulzón del café recién pasado. Junto con las suaves volutas de humo, sus recuerdos empezaron a emerger de lo más profundo de su ser. Hacía sólo tres meses que Eduardo le había comunicado que debía viajar al interior del país por un asunto de trabajo, pero se le habían hecho una eternidad. Mientras tomaba su café,  Elizabeth contempló por la ventana la solitaria calle cubierta de neblina y se preguntó si hoy sería el día.
¿Qué fue lo que le vio? A diferencia de los apuestos pretendientes que continuamente la asediaban, lo que terminó por conquistarla fueron las cartas que una a una Eduardo le escribía todas las semanas. Contrastadas con las superfluas y vacías palabras de esos jóvenes engreídos, las cálidas palabras escritas con pulcra caligrafía de aquel joven ingeniero fueron ganando su corazón poco a poco. Corazón que empezó a latir aceleradamente al escuchar un ladrido lejano que se hacía más intenso y que hizo que volviera a mirar por la ventana. A lo lejos, una bicicleta se iba acercando perseguida por un perro, mientras el conductor hacía esfuerzos por no perder el equilibrio. La espera había terminado. El cartero estaba a la puerta.
Las manos le temblaban al sostener el sobre que contenía la tan esperada misiva.  Observó detenidamente la caligrafía y no pudo menos que estremecerse al pensar que en pocos segundos sus ojos se posarían sobre las palabras de su amado.  Corrió a su cuarto y tirándose en la cama procedió a rasgar delicadamente el sobre. Cuidadosamente dobladas encontró dentro cuatro páginas de un delgadísimo papel, las cuales extendió cuidadosamente sobre su almohada.

˝Amada mía... ”

Cuando hubo terminado de leer la carta, las lágrimas corrían por sus mejillas. Como alguien perdido en el desierto que no ha bebido agua por mucho tiempo, su alma había sido hidratada nuevamente en aquel oasis epistolar. Volvió a leer la carta dos veces más para grabar cada palabra en su corazón y luego jaló el cajón de su mesa de noche. Allí,  cuidadosamente atado por una cinta escarlata,  se encontraba su tesoro más preciado: Las cartas de Eduardo. Desató el paquete y añadió una perla más. Ahora podía seguir con su vida... hasta la próxima carta.

Año presente

Sentada con una taza de café instantáneo en la mano, Elizabeth esperaba a que su laptop terminara de encender. Abrió el administrador de correos y aguardó hasta que éste se sincronizara. Una señal audible le indicó que tenía 14 mensajes sin leer en la bandeja de entrada. Recorrió rápidamente con la vista la relación hasta que encontró un nuevo mensaje de Eduardo. Hizo click y leyó:

“Hi, te mandé un SMS, xq no contestaste :(  Sin novedad por ahora, tkm. xoxoxo”.

Con el puntero seleccionó el mensaje y sin emoción lo eliminó, junto con el spam.


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